López de Heredia Viña Tondonia Tinto Reserva 2004.
Puntuación El Alma del Vino : 18’50/20.
La más extensa de las fincas que Bodegas López de Heredia mantiene en propiedad desde que su fundador, Don Rafael, la adquirió y plantó con viñas entre 1913 y 1914, aporta cien hectáreas al total del tesoro viticola de esta familia. Y de esa Viña Tondonia surge con orgullo este vino tinto, que en su añada 2004 pude catar y degustar recientemente durante una visita a la tienda bar de la bodega con más longitud de calados del Barrio de la Estación de Haro. Ribera derecha del río Ebro, península plena en estética, con pinceladas de aluvión, chopos y piedra caliza, esta finca de los López de Heredia desafía al tiempo y mantiene la personalidad de una bodega, que de un modo obstinado y digno de agradecer por quienes creemos en la cultura del vino más allá de modas y tontadas, se alza una y otra vez por encima de insensatas corrientes de aire ventajistas y erróneas conclusiones basadas en arenas movedizas.
El Viña Tondonia, vino tinto reserva en su edición de añada 2004 se elaboró con una base varietal mayoritaria de la casta tempranillo, cantidad aproximada al setenta y cinco por ciento, con menor aporte de garnacha, graciano y mazuelo. Vitis vinifera de Rioja, con las cuatro varietales de uva tinta que soportan el peso y la responsabilidad de los grandes vinos finos de la denominación de origen. Maduración de seis años en barricas de madera de roble, con dos trasiegas por año.
En copa parada exhibe un cromatismo picota de notable intensidad con algunos reflejos grana e incipientes rubídeos, en su primera proximidad aromática apunta recuerdos francos de fruta roja en sazón, licorosa en media medida, con brisa especiada dulce marcada que envía memorias infantiles
de vainilla unidos estos a lácticos muy finos, hoja de tabaco y ebanistería de cedro, balsámicos que
centran la fragancia, caramelo y flores secas, aquí aparece un punto que me hace pensar en baúl y
que deja una prolongación hacia esa fragancia descriptiva de los vinos tintos de López de Heredia, que en el momento de mayor madurez yo siempre califico como boudoir, tocador femenino. Añada elegante y equilibrada, siempre con las notas terciarias, tan identitarias en estos vinos de López de Heredia, pero con la clase y personalidad de una fruta roja con rango.
Finaliza con una fina proclama terrosa, fragancia que habla de suelo, de viñedo y campo.
La boca amanece frondosa, la traza de acidez delineada con longitud, sabroso en el avance, estructura y volumen, con los taninos maduros y marcados, franca persistencia y la sensación íntima evidente de que avanzará a mayores mediando más tiempo de guarda responsable en botella. Emotivo en su llegada y alcance final, pide una segunda copa. La retronasal devuelve las sensaciones descriptivas de la fase olfativa, cerezas y ciruelas rojas, ese registro especiado dulce que parece conjugarse con lácticos, un retorno balsámico y el tabaco y el cedro. Golosa punta que se afianza junto a las tempranas insinuaciones de boudoir, que con el paso del tiempo ganarán más terreno. Epílogo de mineralidad que prolonga la expresión del vino.
El Viña Tondonia, vino tinto reserva en su edición de añada 2004 se elaboró con una base varietal mayoritaria de la casta tempranillo, cantidad aproximada al setenta y cinco por ciento, con menor aporte de garnacha, graciano y mazuelo. Vitis vinifera de Rioja, con las cuatro varietales de uva tinta que soportan el peso y la responsabilidad de los grandes vinos finos de la denominación de origen. Maduración de seis años en barricas de madera de roble, con dos trasiegas por año.
En copa parada exhibe un cromatismo picota de notable intensidad con algunos reflejos grana e incipientes rubídeos, en su primera proximidad aromática apunta recuerdos francos de fruta roja en sazón, licorosa en media medida, con brisa especiada dulce marcada que envía memorias infantiles
de vainilla unidos estos a lácticos muy finos, hoja de tabaco y ebanistería de cedro, balsámicos que
centran la fragancia, caramelo y flores secas, aquí aparece un punto que me hace pensar en baúl y
que deja una prolongación hacia esa fragancia descriptiva de los vinos tintos de López de Heredia, que en el momento de mayor madurez yo siempre califico como boudoir, tocador femenino. Añada elegante y equilibrada, siempre con las notas terciarias, tan identitarias en estos vinos de López de Heredia, pero con la clase y personalidad de una fruta roja con rango.
Finaliza con una fina proclama terrosa, fragancia que habla de suelo, de viñedo y campo.
La boca amanece frondosa, la traza de acidez delineada con longitud, sabroso en el avance, estructura y volumen, con los taninos maduros y marcados, franca persistencia y la sensación íntima evidente de que avanzará a mayores mediando más tiempo de guarda responsable en botella. Emotivo en su llegada y alcance final, pide una segunda copa. La retronasal devuelve las sensaciones descriptivas de la fase olfativa, cerezas y ciruelas rojas, ese registro especiado dulce que parece conjugarse con lácticos, un retorno balsámico y el tabaco y el cedro. Golosa punta que se afianza junto a las tempranas insinuaciones de boudoir, que con el paso del tiempo ganarán más terreno. Epílogo de mineralidad que prolonga la expresión del vino.
Personalidad de Rioja, con el meandro del Ebro y la fuente de Caseta Ugalde como eternos testigos de excepción.
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