Azul y Garanza Naturaleza Salvaje 2017.
Puntuación El Alma del Vino : 17/20.
Con la influencia del noroeste de las Bardenas Reales y la proximidad pirenaica y aprovechando el aporte de uvas de la variedad garnacha blanca surgidas de viñas que ocupan la parcela denominada San Isidro de Pinar, María y Fernando Barrena Belzunegui y Dani Sánchez Nogué defienden en el mercado este vino blanco con seña amable oxidativa que bautizaron con el llamativo nombre de Naturaleza Salvaje. Vino orgánico que se elabora con fruta que nace de cepas asentadas en suelos de composición arcillo calcárea y base rocosa profunda, localizados a una altitud de quinientos cincuenta metros sobre el nivel del mar.
En su proceso de vinificación se emplean levaduras indígenas y contacto con las pieles durante cinco jornadas, procediendo con un fermentado alcohólico de diez días y uso de ánforas como continentes.
Tras el descorche y primer servicio en copa amanece con un cromatismo amarillo ligeramente turbio, tonos áureos y pajizos, manifestando en la proximidad aromática nostalgias de fruta blanca y menor marca cítrica, confitura muy suave y algunas flores blancas y amarillas en la continuidad, balsámicos y sándalo, guiño silvestre y alguna melosidad, membrillo y cereal.
Gestos cremosos y un fondo de salinidad.
La boca arranca serena, cierta untuosidad con un paso ancho y de media fluidez. Volumen y buen trazado en su expresión de acidez. Más frescura que calidez.
Buena seña de persistencia y en la vía retronasal se expresan nostalgias de manzana, pera, limón y cabello de ángel, camomila y bergamota, silvestres brisas y eucalipto. Cereal tostado y hacia el final, junto a frutos secos, un gesto de mineralidad que prolonga su expresión.
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